Más del 50 por ciento de los niños con éste síndrome, nacen con alguna deficiencia visual. |
El síndrome de Down o
trisomía 21, es una anomalía en la cual un material genético sobrante
provoca retrasos en la forma en que se desarrolla un niño, tanto mental
como físicamente. Uno de los rasgos característicos de este síndrome lo
podemos encontrar en sus ojos, tienen una inclinación hacia arriba en
sus párpados, pliegues prominentes entre los ojos y la nariz acompañados
de pequeñas manchas blancas presentes en el iris.
Más del 50 por ciento de los niños con éste síndrome, nacen con alguna deficiencia visual o auditiva.
Entre los problemas visuales más comunes que padecen, podemos encontrar:
anomalías
del conducto lagrimal, hipermetropía, necesidad de anteojos bifocales,
diagnósticos que arriesguen la visión tales como cataratas congénitas,
nistagmo, transtornos en la retina, afecciones en el nervio óptico,
estrabismo, miopía, presbicia, inflamación de los párpados,
conjuntivitis, entre otros.
Aunque
la Ptosis, caída anormal del párpado superior, suele notarse con mayor
facilidad, algunas características físicas, el estrabismo y los defectos
de refracción pueden pasar desapercibidos incluso para el médico
pediatra, razón por la cual es necesaria la visita al oftalmopediatra
los primeros meses de vida. El diagnóstico del estrabismo durante la
niñez es necesario ya que los ojos cruzados pueden terminar en pérdida
de la percepción de profundidad y pérdida de la visión.
Es
muy importante que la primera revisión ocular a los seis meses de edad,
sea realizada por un oftalmólogo pediatra, luego de esto, es
recomendable llevarlos cada uno o dos años al oftalmólogo para que les
hagan revisiones periódicas a fin de detectar y corregir cualquier
problema antes de que afecte sus habilidades lingüísticas y de
aprendizaje.
En las personas mayores de 18 años es necesario la revisión ocular para detectar queratocono y cataratas.
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