Esta compuesta de células fotosensibles de dos tipos:
Los conos: Alcanzan mayor precisión y detalles, también son aptos para la más intensa iluminación, y permiten la visión cromática.
Los bastones: Captan mejor el movimiento, son más sensibles a las tonalidades de grises y a la escasa iluminación.
Cuando la luz llega al segmento terminal de un bastón o un cono, apunta a unos dos mil millones de moléculas de pigmento, y cualquiera de ellas, puede capturarla. Y esta es la primera etapa de la percepción de la luz.
Ejemplo: cuando una imagen iluminada es impresa en la retina, las células fotosensibles son afectadas produciendo un vacío; al enfocar la vista en otro lugar, el espacio afectado anteriormente por la imagen no se ha "recuperado" (en ocasiones tarda hasta quince segundos, dependiendo de la intensidad de la impresión en la retina), por lo que produce una mancha "ciega", o sea, no sensible, que se interpreta como el negativo de la imagen. La superposición de esa imagen negativa o complementaria de color, sobre la escena siguiente, produce las más extraordinarias mezclas ópticas.